El poeta loco: parte I

Lo conocí una noche en la que todo pintaba horrible: el lugar, el frío y la gente.

Hace mas o menos siete años era 13 de agosto, y salíamos a festejar el cumpleaños de una chica, que por entonces era una gran gran amiga.

Fuimos a bailar a otra ciudad: traffic, frío, porro de por medio, y mis ánimos medio por el piso por que no quería salír por compromiso.

..........................

En el boliche estuvimos dando vueltas toda la noche, buscando a otro grupo que se había desperdigado por ahí.

Me sentía un poco sapo de otro poso: mucho más de lo que me siento ahora cuando voy a uno de esos lugares.

Y entre vuelta y vuelta lo ví: tenía puesto un sobretodo a cuadros y de la parte baja de su boina negra asomaban unos rulitos marrones. Estaba parado solo, como mirando desde arriba las cabezas de esas personas que él nunca quiso ser.

Mi reacción por dentro fué: WOOOOOOOO: QUIERO CONOCER A ESE CHICO, QUIERO CONOCER A ESE CHICO, QUIERO, QUIERO Y QUIERO. Por aquella época no estaban de moda esos chicos, ni esa ropa (como ahora). Por aquella época él era un bicho raro: igual que yo.

Sin pensarlo me acerqué y le dije algo que nunca me acordé (creo que le dije que era parecido a Fito Paez). El se rió y me invitó a sentarme.

El resultado fué que pasamos toda la noche sentados en los reservados, fumando tuquitas de algún porro ya fumado, delirando y dándonos besitos inocentes.

Cuando prendieron las luces, pude ver que tenía unos hermosos ojos celestes y no quise irme sin antes tener algún hilo que me conectara a él: quería volver a verlo.

Sin embargo, cuando me pidió mi teléfono no se lo quise dar, de alguna manera sabía que algo nos iba a volver a unir. Estaba segura de que la magia de habernos conocido en un lugar tan hinóspito como ese boliche en otra ciudad, tenía que perdurar mas tiempo.

Así que decidí - unánime y autoritariamente - dejar nuestro próximo encuentro, librado al azar.